FAQ

FAQ

La traducción asistida por ordenador (TAO) o computer-assisted translation (CAT) es una traducción llevada a cabo por una persona con ayuda de un programa de software. Se diferencia de la traducción automática en que aquí el traductor interviene en todo momento: es él quien traduce, no la máquina, que tan solo actúa de "asistente".

Los programas TAO que utilizan los proveedores profesionales de servicios de traducción incluyen por lo general un editor de textos, un gestor de memorias de traducción, un gestor terminológico, un gestor de proyectos y opciones de traducción automática de soporte. Algunos de los programas de traducción asistida más utilizados son Trados Studio, MemoQ, Transit, Wordfast y Déjà Vu.

En términos generales, las herramientas TAO se basan en la reutilización de textos ya traducidos y revisados por un humano (guardados en una memoria de traducción) y en un sistema de coincidencias que permite detectar y aprovechar frases idénticas o similares ya traducidas. Cuando el programa detecta una frase de estas características, sugiere al traductor que la utilice y éste decide.

Los programas TAO permiten garantizar un elevado grado de coherencia entre traducciones de un mismo cliente así como precios más competitivos en el caso de textos muy repetitivos (manuales, informes de gestión, auditorías, instrucciones de trabajo, actualizaciones, etc.) mediante la aplicación de tablas de descuentos.

La traducción automática (TA) o machine translation (MT) es aquella 100% realizada por una máquina sin intervención humana. En estos casos el traductor se convierte en poseditor y su función es la de revisar la traducción generada por la máquina. La TA suele estar basada en reglas o corpus lingüísticos (o en una combinación de ambos) previamente programados y configurados por un lingüista computacional.

Esta modalidad de traducción está avanzando a pasos agigantados debido a la necesidad de traducción instantánea que genera la navegación por internet, donde proliferan los traductores en línea gratuitos. Sin embargo, actualmente solo funcionan bien en campos de especialidad muy específicos (técnicos, por lo general) y con parejas de idiomas de la misma familia. Los traductores automáticos catalán-castellano o neerlandés-alemán, por ejemplo, funcionan relativamente bien, mientras que los del chino al ruso tendrán que esperar aún unos años más.

Debe tenerse en cuenta asimismo para qué se va a utilizar el traductor automático: ¿para saber por encima qué está diciendo una página web? Ningún problema en utilizarlo. ¿Para enviar unas especificaciones técnicas a un nuevo cliente extranjero? Totalmente desaconsejable.

Creado en el año 2001, Google Translate es un traductor gratuito en línea capaz de realizar traducciones entre 64 lenguas diferentes, entre ellas naturalmente el castellano, catalán y alemán. Se calcula que 200 millones de usuarios lo utilizan cada mes y, al igual que otros traductores en línea, utiliza gigantescas bases de datos de documentos multilingües y un sistema de búsqueda estadístico para encontrar la mejor traducción.

Las bases de datos de Google aumentan a medida que los usuarios utilizan el sistema, por lo que todos los textos y documentos manejados con el Traductor de Google se quedan en la red, y pueden acceder a ellos otros usuarios del sistema. La ausencia absoluta de confidencialidad es un factor que conviene recordar a la hora de saber en qué casos se puede utilizar Google Translate y en cuáles no.

En cuanto a la calidad, la sofisticación técnica del sistema de Google avanza a marchas forzadas, y los resultados son cada vez mejores en según qué ámbitos y con según qué idiomas. Sin embargo, el Traductor de Google no es capaz a fecha de hoy todavía de producir un texto libre de errores ni de dar al texto el matiz o el estilo necesario en función del destinatario del texto.

Si optamos, por ejemplo, por instalar el widget de Google Translate para que, cuando el cliente alemán pulse la banderita alemana de nuestra web, se le traduzca automáticamente la página, es probable que el texto presente errores, lagunas e imprecisiones, con la consiguiente falta de comprensión por parte del cliente potencial y el perjuicio para la imagen de nuestra empresa. Si utilizamos Google Translate para traducir automáticamente al alemán una campaña publicitaria diseñada para consumidores españoles y lanzarla en el mercado alemán sin adaptación ninguna, los resultados pueden ser directamente desastrosos. Ni qué decir tiene en el caso de textos humanistas o literarios.

Hoy en día, la mejor manera de saber si el Traductor de Google es adecuado para nuestros fines es utilizarlo primero y preguntar después a un nativo qué opina de la traducción generada por la máquina. Al ritmo que avanza la técnica, puede que en un futuro no muy lejano esto ya no sea necesario, pero hoy en día los resultados de una traducción automática todavía pueden ser muy inciertos.

Una memoria de traducción es un archivo bilingüe compuesto por los textos originales y los traducidos en el que las unidades (generalmente frases separadas por punto) se encuentran alineadas para formar equivalencias entre los dos idiomas.

Las memorias de traducción se crean a base de traducir con un programa TAO o a base de alinear textos originales y traducciones ya existentes con programas de alineación. "Alinear" significa, por ejemplo, asignar a una frase en español su equivalente en alemán, es decir, establecer una correspondencia entre la frase española y la frase alemana.

Para entender mejor este concepto, podemos imaginarnos un glosario en Excel con dos columnas: español y alemán. En lugar de términos, este glosario puede estar formado por frases, es decir, una columna con una frase española en cada celda y una columna al lado con la traducción al alemán de cada frase. A continuación, trazamos una línea entre las dos columnas, celda por celda, y "alineamos" el original con la traducción. Los programas de alineación realizan esta operación automáticamente y crean memorias de traducción en formatos que después pueden abrirse con un programa de traducción asistida.

Los programas de traducción asistida utilizan memorias de traducción que permiten aprovechar traducciones antiguas y optimizar tanto la coherencia del texto como la velocidad de traducción.

Los programas TAO disponen de una función de análisis que permite comparar el texto nuevo con todos los textos ya traducidos que figuran en la memoria de traducción (una especie de base de datos bilingüe). Una vez realizada la comparación (análisis), el sistema indica de forma estadística qué grado de coincidencia existe entre el material nuevo y el material almacenado en la memoria.

Así, por ejemplo, puede indicar que un 36% de las frases nuevas se encuentran ya traducidas en la memoria de traducción. A esto se le llama "repeticiones 100%" y significa que esta frase que nos sale ahora en el texto nuevo ya la hemos traducido en otra ocasión y disponemos de la traducción en la memoria. Esto es muy habitual cuando actualizamos, por ejemplo, textos técnicos (manuales, software, hojas de datos, etc.), ya que en la actualización no se modifica todo el texto sino solo partes de él.

La función de análisis puede indicar también coincidencias parciales, es decir, frases que no coinciden al 100% pero que tienen varios o muchos componentes en común. A este tipo de coincidencias parciales se las conoce como "fuzzies" e indican coincidencias de entre el 50% y el 99%.

Para reflejar estas repeticiones en la tarifa de traducción, muchos proveedores de servicios de traducción utilizan tablas de descuentos en función de los porcentajes de repetición. Así, por ejemplo, se puede ofrecer un descuento del 30% sobre la tarifa original para repeticiones 100% —no olvidemos que hay que leerlas siempre e integrarlas en el texto, por lo que sí, dan trabajo y hay que pagarlas— y un descuento del 15% para repeticiones del 80 al 99%.

La norma de traducción más extendida hoy en día es la UNE-EN 15038 “Servicios de traducción. Requisitos para la prestación del servicio”, que regula todos los procedimientos implicados en la prestación de un servicio de traducción. Dado que la traducción es un producto cuya calidad depende tanto de criterios objetivos (adecuación, corrección ortográfica) como subjetivos (si gusta o no el estilo), esta norma no busca establecer un control de calidad del producto final sino un control de calidad de todo el proceso de producción (gestión del proyecto, selección del proveedor adecuado, perfil del traductor profesional, revisión, posedición, facturación, gestión de reclamaciones, etc.).

Al igual que en muchos otros ámbitos industriales y profesionales, en el sector de la traducción también está muy extendida la Norma ISO 9001:2008, que determina los requisitos de un sistema de gestión de la calidad. Si bien esta norma tiene carácter generalista y no es específica para traducción, su implantación permite establecer mecanismos de control de la calidad.

Actualmente el comité ISO internacional de servicios de traducción está estudiando la trasposición de la UNE-EN 15038 a norma ISO internacional así como la confección de normas de interpretación, posedición, traducción automática, equipos de interpretación simultánea y terminología, entre otras.

Prozcom es un portal de traducción internacional en el que confluyen oferta y demanda. Los proveedores de traducción (empresas y autónomos) introducen su CV y sus credenciales y los clientes que desean traducciones buscan al proveedor más adecuado. El cliente también puede publicar su oferta y asignarla "al mejor postor", lo que se conoce popularmente como "subasta de traducciones", una práctica cuyos resultados no suelen ser muy recomendables en términos de calidad de la traducción. Los duros a cuatro pesetas no existen.

Los servicios básicos de Prozcom no tienen coste, aunque son muy limitados. Para disfrutar de la plena funcionalidad es necesario hacerse miembro premium y pagar una cuota. Aparte de su bolsa de trabajo, entre los servicios de prozcom también figuran foros lingüísticos, glosarios, noticias, referencias y formación.

Entre las ventajas que prozcom ofrece a los clientes figura la de tener acceso inmediato a multitud de profesionales de todos los idiomas, dispuestos a competir por llevarse un encargo, con la consiguiente ventaja de precio que ello puede suponer. Entre las desventajas, que no existe control por parte de los administradores del portal de los CV que se introducen, ni en cuanto a su profesionalidad ni en cuanto a su veracidad.

Existen otros portales de traducción, como por ejemplo TranslatorsCafe, Ediciona, LanguajeJobs o TranslatorsVillage.

Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, el "español de Latinoamérica" propiamente dicho no existe, porque en América Latina se hablan prácticamente tantas variedades de español como países existen. Así, no es lo mismo el español que se habla en Argentina que el español que se habla en México, o el español de Venezuela y el de Uruguay. Se trata, por tanto, de una denominación de carácter general y arbitrario que se utiliza para diferenciar el español de España del español de América Latina.

Se sospecha que el origen de esta expresión se remonta al momento en el que el corrector ortográfico de Word decidió crear múltiples variantes de español, incluidos todos los países de Latinoamérica y también las variantes "Traditional Sort" (¿la lengua de Cervantes?) y "International Sort" (¿el spanglish de Nueva York?).

Purismos lingüísticos aparte, hay que reconocer que en el sector de la traducción esta "variante" del español ha venido para quedarse, y que es frecuente hoy en día encontrarse con peticiones de traducción del alemán al español de LA, sobre todo en el ámbito de la publicidad y del marketing. Esto significa, sencillamente, que el producto va destinado a un público latinoamericano, y que el español tiene por tanto que reflejar este target. Naturalmente, nunca un texto creado en el "español de LA" va a reflejar las diferencias idiomáticas y regionalismos existentes entre los países de habla hispana, pero sí puede tener un estilo, unos giros y una terminología más acorde con los usos de América Latina que con los de España. Las diferencias no son pocas, por eso es necesario realizar una Adaptación LA.

La navegación multilingüe en la red ha hecho necesario crear sistemas de traducción inmediata de contenidos a fin de poder informarnos, comprar, reservar, comunicarnos, etc. Es por ello que hoy en día proliferan en internet una gran cantidad de traductores gratuitos en línea.

Por lo general, estos traductores online son sistemas de traducción automática basados en bases de datos multilingües compuestas por cientos de millones de documentos (véase un ejemplo ilustrativo alemán/español aquí). Cuando utilizamos un traductor online para traducir una frase, un texto o una web, el traductor realizará una búsqueda estadística en su inmensa base de datos para detectar unidades de texto total o parcialmente coincidentes y las utilizará para la traducción. Esto significa que la máquina no piensa como lo podría hacer un humano, no traduce ni por gramática, ni por significado, ni por sintaxis, ni por contexto: solo por cálculos estadísticos de coincidencia en base a textos ya traducidos. Que los textos coincidentes que encuentre en su base de datos sean de buena o mala calidad determinará la calidad de la traducción final, junto con la sofisticación tecnológica que pueda presentar el traductor en línea en sí.

Es muy importante tener en cuenta que cuando utilizamos un traductor automático gratuito todos los textos que introducimos en él o que le ordenamos traducir pasan a engrosar la base de datos de dicho traductor en línea, por lo que es imposible garantizar la confidencialidad de nuestros textos. La gratuidad siempre tiene contrapartidas, y la de los traductores online es la de poder disponer de los documentos y textos de los usuarios para engrosar sus corpus lingüísticos. En el momento en el que utilizamos un traductor de este tipo, estamos dando nuestro consentimiento expreso para la utilización de toda la información introducida.

 

La unidad de tarificación más habitual que se utiliza para presupuestar una traducción es la palabra origen. Esta unidad se impone cada vez más en el mercado debido a la utilización de programas de traducción asistida por ordenador (TAO), que utilizan la palabra como base para analizar el volumen de un texto y el grado de repetitividad interno.

Sin embargo, existen otras unidades igualmente válidas en función del tipo de servicio de traducción. Así, por ejemplo, las revisiones suelen facturarse por horas o por páginas, y en algunos países como Alemania es la línea la unidad de tarificación más habitual (aunque como decíamos está dando paso a la palabra a medida que se extiende el uso de herramientas TAO).

Cuando hablamos de línea no nos referimos a la línea que pueda aparecer en un papel o en la pantalla del ordenador, o a una línea estándar de 8, 9 o 10 palabras como a menudo se utiliza para los presupuestos de traducción (es un cálculo muy poco exacto que no refleja el volumen real del texto). Cuando hablamos de línea nos referimos a una línea estándar o normalizada que suele constar de 50, 53 o 55 caracteres, según el país.

Para más información sobre cómo se confecciona un presupuesto de traducción de la combinación alemán/español, visite la entrada de nuestro blog al respecto.

El término "transcreación" procede del término inglés "transcreation", que fusiona los términos "translation" y "creation", es decir, "traducción" y "creación".

Se trata de un concepto muy en boga en estos momentos en la industria de la traducción, y entronca directamente con una de las máximas más antiguas de las artes traductoriles: que una traducción no debe parecer nunca una traducción.

En este caso, sin embargo, la transcreación va un paso más allá y propone reformular prácticamente por completo el texto original en la lengua destino a fin de conseguir que este despierte entre los lectores de la traducción el mismo efecto que provoca el original entre los lectores del original.

Naturalmente, esta técnica se utiliza mayoritariamente en el campo de la publicidad, donde aparte de los conceptos de venta clave es necesario, fundamentalmente, transmitir emociones. Para ello, los transcreadores adaptan con práctica total libertad el contenido, el estilo, las apelaciones, las referencias culturales, los nombres, los lugares y todo elemento del texto original que no encaje en la cultura destino para el propósito que se persigue.

Se trata de una traducción extremadamente creativa que, siempre que sea posible, debería realizarse en estrecha colaboración con la empresa o el departamento de publicidad del cliente.